Para que nuestros hijos puedan ser felices o exitosos en su vida y puedan vivir con plenitud de conciencia, hoy sabemos que necesitan desarrollar competencias emocionales que les permitan convivir consigo mismo y con los demás.
Desarrollar esa inteligencia emocional consiste, según Daniel Goleman, en tener autoconsciencia de las propias emociones, manejar estrategias para autorregularlas, ser empáticos (sintonizar con la “emocionalidad del otro”) y generar habilidades sociales.
El aprendizaje de esa autorregulación emocional pasará, en gran medida, por su capacidad para tolerar la frustración, el malestar o sufrimiento, y su capacidad de retrasar el placer más inmediato.
En la Universidad de Stanford en los años 60, el psicólogo Walter Mischel realizó un experimento mundialmente conocido como “experimento malvavisco”. Lo que hizo fue colocar un caramelo delante de varios niños de corta edad, dándoles la consigna de que si eran capaces de esperar y no comerse la golosina, el premio sería otra golosina más. El resultado fue que sólo uno de cada tres niños tuvo la capacidad de esperar y retrasar la satisfacción de su deseo. Pero lo más interesante fue que, al cabo de 14 años, se constató que ese grupo de niños que con 4 años había sido capaz de tolerar su propia frustración, obtenía mejores resultados académicos, relaciones personales más saludables, desarrollaban menos conductas adictivas y tenían una vida más equilibrada.
Estudios científicos demuestran que la madre transmite sus niveles de cortisol (hormona del estrés) al feto durante el embarazo, por lo que la emocionalidad de la madre y su “capacidad” de autorregularse tendrá efectos en el desarrollo del bebé.
Pero ¿cómo se hace? ¿Cómo se les educa emocionalmente? ¿Existen pautas educativas que promuevan el desarrollo de la inteligencia emocional?
Para educar emocionalmente a nuestros hijos, tenemos que aprender:
- Tomar consciencia de nuestras propias emociones
- Desarrollar estrategias para autorregularnos.
- Aceptar el reto de que educar es, y será, un proceso de aprendizaje constante, no sólo para nuestros hijos si no también para nosotros.
Para seguir aprendiendo más, podéis asistir a:
Marta Aparicio
Psicóloga General sanitaria. Col.12.809
Coach ACC.
Practitioner en PNL.
Formada en Minfulness.
Experta en conducta adictiva.
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