Aprender a conectar con nosotros mismos y tomar consciencia de que sentimos pudiendo así desarrollar estrategias ante cada situación, no es algo que sepamos hacer si no nos enseñan.
Vivimos rodeados de un falso positivismo que a menudo nos obliga a taponar y dejar encerradas en el armario muchas emociones negativas que emergen de nuestro interior.
Tenemos un problema en la medida en que no somos conscientes de “nuestro lado oscuro” o no somos capaces de gestionar nuestras emociones negativas.
En gran parte, esa aceptación de uno mismo y esa capacidad de usar lo “negativo” que hay dentro nuestro vendrá determinado por cómo se gestionaron esas emociones en nuestro núcleo más íntimo: nuestra familia.
Cuando los padres son capaces de expresar emociones y autorregularlas en el entorno familiar el niño aprende que él también puede hacerlo, se trata de legitimar tanto las emociones positivas como las negativas y darles un espacio.
Los padres queremos que nuestros hijos aprendan a gestionar su ira, frustración, pena, dolor, vulnerabilidad, miedo al fracaso…. Pero no expresamos esos mismos miedos que también tenemos nosotros mismos delante de ellos, la pregunta es obvia: Como ellos van aprender a hacerlo si nosotros no lo hacemos? Si no nos los permitimos?.
En su fantástico libro “ Educar con inteligencia emocional “ Maurice J. Elías y Steven E. Tobías, insisten en la necesidad de ofrecer al niño en el hogar familiar un entorno de “confort emocional” , sólo desde esa confianza el niño podrá expresar lo “bueno” y “ malo” que esta sintiendo, y solo desde un lugar donde se “pueden expresar y decir cosas” podremos aprender a desarrollar estrategias de autorregulación, lo demás son teorías. El niño sabe que puede llorar si ve físicamente que papá llora.
Podemos realizarnos unas simples preguntas para chequear en que medida “nos permitíos expresar” nuestras emociones negativas: Le expreso a mi hijo que estoy triste?. Cuando fue la última vez que le dijiste a tu hijo que tenías miedo?. Le has dicho alguna vez que te sientes vulnerable?, que tienes miedo a no dar la talla ante una situación laboral nueva para ti, o ante un nuevo reto que se te plantea?. Le hablas a menudo de los errores que has cometido en tu vida y de cómo aprendiste a hacer algo bien?.
Somos el sostén y referente emocional de nuestros hijos, pero ellos van creciendo y a menudo mantienen una imagen de “superhéroes” paternos que no les ayuda a potenciar la seguridad en sí mismos.
Queremos que nuestros hijos sepan equivocarse, pero no les dejamos caerse, lo peor es que a menudo, les transmitimos que pueden aprender a caerse pero sin caerse, y lo que es peor, que pueden equivocarse pero que mamá y papá nunca lo hacen.
Por otra parte nos gustaría que nuestro hijo sea empático y sintonice emocionalmente con los demás….pero como podrá hacerlo si no aprende a descubrir e integrar que en él/ella emergerán tanto emociones positivas cómo negativas?, cómo podrá aceptarlas en los demás si no las ve en él/ella mismo/a?.
Relajémonos, humanicémonos, generemos espacios familiares donde las emociones puedan aprender a regularse y así ayudar a nuestros hijos a tener competencias personales que les ayuden a ser más felices.
Marta Aparicio
Psicóloga General sanitaria. Col.12.809
Coach ACC.
Practitioner en PNL.
Formada en Minfulness.
Experta en conducta adictiva.
¿Qué te parece?
Debes estar conectado para dejar un comentario.