¿Eres de las madres que piensan que las palabras “bebé” y “relajación” no pueden ir en la misma frase? 😆🤦♀️
Sabemos que ser madre significa grandes cambios. También conlleva (para qué nos vamos a engañar😉) momentos de estrés y de preocupación. Que tu hijo esté intranquilo o nervioso puede que sea ...
Es uno de los primeros logros en un niño. Dormir solos es un hito fundamental en el crecimiento de un niño (y en la tranquilidad de las madres y padres 😉).
Generalmente, nos sentimos más confortables y protegidos cuando dormimos en compañía. Si lo entendemos así como adultos, es fácil comprender ...
Cómo elegir la cama para tu bebé cuando das el paso de la cuna a la cama… O de vuestra cama de matrimonio, a una camita suya (si habéis hecho colecho).
Es un temazo: cuándo, cómo hacerlo, qué cama elegir…
Para un adulto puede parecer un cambio más, pero para la aún corta vida de tu peque, puede ser un proceso muy importante en su vida.
Significa un cambio de “era”, y que tu bebé ya no lo es tanto, y poco a poco se va convirtiendo en un niño. Aunque a veces nos gustaría que se quedaran bebitos para siempre 😓.
En otro orden de cosas, tenemos que pensar en la cantidad de horas que los bebés y niños pequeños pasan durmiendo. Si en adultos es, aproximadamente, un tercio de nuestra vida, en los peques esta cifra es aún más elevada.
Por lo tanto, que los peques tengan buena calidad de sueño es de vital importancia. Y la cama juega un papel destacado en este aspecto.
Elegir una cama puede crear un dilema importante entre los padres. ¿Por dónde empezar? En este artículo te ayudamos a tomar acción.
De la cuna a la cama: ¿a qué edad dar el paso?
Es una de las preguntas del millón. Y la realidad es que, como casi todas las preguntas difíciles, la respuesta es un “depende”.
Nadie como tú conoce mejor a tu hijo. Cada niño tiene un ritmo de madurez y de desarrollo único y particular. Lo más importante es no precipitarse y tener claro que el peque está preparado para afrontar este cambio.
Y ante la duda… probar.
Tienes que pensar que el cambio de la cuna a la cama es un hito importante en su vida, ya que probablemente la sensación de protección que tenía con la cuna se va a transformar en otra nueva.
En términos generales de edad (sin entrar en las particularidades de cada niño), el cambio suele producirse entre los 20 meses y los 3 años.
Pero más allá de la edad, hay otras maneras de detectar que el peque podría estar listo para dar el paso.
Una es cuando veamos que la altura de la barandilla lateral sea inferior a tres cuartas partes de la altura del peque.
Otra manera mucho más obvia es ver que está trepando por los barrotes para intentar “escapar”de la cuna. Es una señal que probablemente se está sintiendo incómodo por tener un espacio demasiado limitado. En este caso, también por seguridad, la solución sería moverlo a su nueva cama.
7 recomendaciones a tener en cuenta para elegir una cama
Cuando elijas la futura cama para el peque, debes optar por una estructura que incluya todos los elementos que favorezcan un descanso de calidad.
Durante el día, los niños no paran de experimentar y aprender. Por la noche, debes asegurarte de que tienen un espacio para poder relajarse y dormir: un lugar donde crear sus propios sueños. Aquí te dejamos algunos aspectos a tener en cuenta:
Seguridad: para evitar accidentes innecesarios, es aconsejable elegir camas de baja altura, sobre todo cuando son muy pequeños y están en periodo de adaptación. Incluso puedes optar por una cama Montessori, que están a ras de suelo, y favorecen la autonomía del niño. Es algo que les suele hacer mucha ilusión, y que puede hacer la transición más sencilla. Si sientes que tu hijo echa de menos la sensación de seguridad que le producían los barrotes, durante los primeros meses puedes añadirle unas pequeñas barreras a la nueva cama.
Adaptabilidad: los niños pequeños están en crecimiento constante, por lo que hay que tener en cuenta que las necesidades de los niños van cambiando.Quizás debas ir adaptando estos cambios a su nuevo espacio. Existen camas que se van “transformando” según el niño crece, de una cama pequeñita, pasan a un escritorio, para que más adelante puedas tener una cama grande.
Espacio y temperatura: si sabes que tu hijo se mueve mucho por las noches, tenlo en cuenta a la hora de ofrecerle una cama más espaciosa. Idealmente, la temperatura de la habitación y de la cama tiene que ser agradable (ni mucho frío ni mucho calor).
Estructura: debes tener en cuenta que es bastante probable que tu peque no use la cama solo para dormir, sino que sea un espacio donde también juegue (y salte cuando tú no mires…😬). Teniendo en cuenta estos factores, cuanto más robusta sea la estructura, mucho mejor.
Colchones y almohadas: es importante que el material que elijas le ayude a descansar. Ten en cuenta también la composición de los materiales dependiendo de si el peque tiende a tener frío o calor.
Diseño y estética: ten en cuenta que el peque ha dormido hasta ahora en un espacio cerrado (cuna). La sensación, la experiencia y el aspecto de la cama nueva también tiene su importancia. El diseño de la cama, así como el de las sábanas y fundas de cojín, son elementos visuales que pueden reconfortar al peque.
Instalación: para asegurarte que el peque tenga un sueño reparador, también tienes que tener en cuenta la posición dónde instalar la cama: evitar lugares de paso, con mucha luz o corriente de aire, y colocar la cama contra la pared para que no se mueva demasiado.
Camas infantiles para niños pequeños
Cama de 90: es el modelo más clásico. Se considera el modelo “estándar”, ya que se adaptan perfectamente a la mayoría de los niños: ni muy largo, ni tampoco corto en exceso.
Cama nido infantil: la gran ventaja de las camas nido es que se aprovecha el mismo espacio que el de una cama de 90, para colocar debajo cajones o también una cama supletoria (ideal para cuando vienen los amiguetes😉).
Litera: es la clásica solución cuando no tenemos mucho espacio en casa, o para que duerman los hermanos juntos en la misma habitación. Algunas literas cuentan también con estantes, cajones y escritorios que te ayudarán a optimizar aún más el espacio en la habitación de tus hijos.
Actualmente (por suerte), podemos obtener soluciones para todo tipo de espacios y gustos.
Proporcionar a tu peque un espacio agradable y bien equipado, ayudará a ambos a lidiar mucho mejor con este proceso tan importante para él.
Deseamos haberte sido de ayuda para que la búsqueda de la cama ideal para tu hijo sea mucho más llevadera. 🙂
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¡Sobrevivir al verano sin playa ni piscina es posible! 🎉
Sí lo has oído bien. Y aún no sabes lo mejor…con un bebé recién nacido, ¡también se puede! 😉
Solamente necesitas dos cosas: la primera, te la puedes imaginar: empieza por la letra “p” y acaba por “aciencia”. Sabes que nunca debe faltar en tu mochila.
La segunda, seguir las indicaciones de este artículo… ¡Y a disfrutar de este verano!
Ventajas de tener un recién nacido en verano
Hay que partir de la base que, puestos a elegir, en verano resulta mucho mejor tener al peque en tus brazos que dentro de la barriguita…imagina si aún estuvieras embarazada, con este calor… 😬
El verano nos abre posibilidades que no tenemos en otras épocas del año:
Puedes vestir al peque más fácilmente (o incluso ni vestirle).
Puedes darle baños y masajes más largos sin miedo a que se enfríe.
Como los días son más largos, puedes dar paseos con tu peque sin mirar el reloj y con tranquilidad. Es muy recomendable que los paseos se hagan durante las primeras horas de la mañana o a partir de las 7 de la tarde.
Es importante prestar atención a su temperatura corporal y preparar el cochecito o hacer porteo de la manera adecuada, con fulares finitos o incluso bandoleras.
Aunque a pequeñas dosis y en horarios muy concretos, el peque recibe dosis extra de vitamina D gracias a la luz solar. Se conocen como pequeños “baños de sol”.
Como vestir a mi bebé en verano
Los bebés sienten más o menos el mismo calor que los adultos. No hace falta que le añadamos capas encima “por si luego tiene frío”, ya que en estos casos se puede agobiar, empezar a sudar y aumentar el riesgo de irritaciones en la piel.
Regulan su temperatura corporal por la sudoración en la cabeza: si ves que el peque empieza a sudar por la nuca, quiere decir que está padeciendo calor (aunque las extremidades las notes más frías).
Para vestirlo, idealmente usa prendas fresquitas de fibra natural como algodón, lino o hilo, holgadas y de tonos claros y suaves, que reflejan mejor la radiación solar. Es importante evitar la ropa sintética, ya que hace aumentar la sudoración.
Llevarse al bebé de vacaciones
Hay que tener en cuenta que antes del primer mes, no está recomendado trasladarse con el bebé.
Pasado este tiempo, lo podemos hacer pero extremando las precauciones:
No debemos exponer el bebé al sol, especialmente en las horas donde la radiación solar es más intensa.
No meter al bebé en el agua (playa, piscina, río…) antes de los 6 meses de edad: además de que la temperatura del agua está muy fría para el peque, también hay riesgo de infecciones por las impurezas del agua.
Si nos trasladamos a un sitio de montaña, hay que tener en cuenta que a más de 1200m, los niveles de oxígeno descienden.
En caso de viajar en coche, es indispensable seguir las indicaciones de la DGT sobre la colocación y uso de las maxicosi o huevitos. Además, es importante colocar protectores solares en la ventanilla para disminuir las radiaciones solares, y ponerle su gorrita.
Siguiendo estas indicaciones, ¡la elección del lugar es cosa tuya! 😉 Los bebés se adaptan a cualquier lugar.
Prevención frente a patologías típicas del verano
Deshidratación
Es, sin duda, la más común.
Resulta fundamental asegurar a tu bebé una buena hidratación para combatir las altas temperaturas.
Los síntomas más comunes para detectar una deshidratación son el lloro sin lágrima, que el bebé no moja el pañal con frecuencia y problemas digestivos.
De cualquier modo, si estás amamantando a tu bebé, no es necesario darle más líquido, ya que la leche materna contiene todos los nutrientes y líquidos que le hacen falta.
En caso de darle biberón, tampoco sería necesario darle líquido extra. De todas formas, se puede añadir un poquito de agua en la leche (máximo 10 cc) en caso de necesidad.
Si el calor aprieta mucho, puedes probar en darle un biberón extra con agua, pero es posible que lo rechace, al no estar acostumbrado.
Gastroenteritis
Es importante estar atenta, ya que el verano activa las bacterias que provocan la gastroenteritis, y además sus síntomas (diarrea, vómitos) pueden causar deshidratación.
Es cierto que amamantando el bebé se reduce considerablemente el riesgo, lavándote bien las manos entre toma y toma.
En el caso de darle biberón, esterilizar primero y usar agua hervida. Si se prepara el biberón con antelación, guardarlo en el frigorífico hasta antes de la toma.
Picaduras de mosquito u otros insectos
Es inevitable: verano y mosquitos van de la mano. Estos son algunos consejos para prevenir las picaduras:
Instalar mosquiteras en las ventanas de la habitación.
Usar antimosquitos eléctricos.
Instalar una malla en el cochecito de paseo.
Se pueden comprar cremas repelentes en farmacias. Es importante no aplicarla en las manos, ya que la pueden chupar o frotarse los ojos.
No rociar la habitación con spray insecticida.
Otros aspectos a tener en cuenta
El aire acondicionado: no hay problema en que el bebé esté en una sala con A/C. Lo único que hay que evitar es que no esté justo debajo del flujo de aire, y asegurarse que no esté presente cuando lo conectemos.
Es muy recomendable aplicar al peque leche o crema hidratante, ya que en verano la piel necesita hidratación extra. Después del paseo, aplicarle crema en todo el cuerpo. Mejor si es fluida, ya que se absorbe mejor. Es muy importante que estén libres de parabenos y colorantes.
Ambiente ideal en casa y durante la noche: la temperatura idónea suele estar entre los 20 y los 22º. Es importante mantener bajadas las persianas en las horas de más calor, y ventilar la casa constantemente (siempre y cuando el peque esté fuera del alcance de las corrientes de aire).
Para dormir, es suficiente con que el bebé tenga puesto un body de algodón y una sabanita fina.
Como ves, ¡no es imposible sobrevivir al verano! 🙂
Además, no olvides cuidarte a ti misma, aprovechando cada momento que puedas para relajarte. Cuidando tu bienestar, estás cuidando también de tu bebé.
Si vas a viajar, mejor tener claros los mejores consejos para el maxicosi y el resto de sistemas de retención infantil… Así que, ¡sigue leyendo!
Ya han llegado las vacaciones, las escapadas, las rutas, los días fuera…
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¿Cuándo y cómo tu bebé tiene que dejar el chupete?
Es muy probable que tu bebé, desde los primeros días de vida, empiece a succionar todo lo que encuentra.
¿Sabías que algunos de los bebés ya se chupan los dedos antes de nacer? 😅 De hecho, puede que incluso hayas visto alguna ecografía con el bebé chupándose el dedito.
Tienen un fuerte reflejo de succión, y es una sensación placentera para ellos.
Pero es normal que te preguntes si algún día tu peque dejará el chupete o si seguirá con él hasta que vaya a la universidad. 😉
La mayoría de niños dejan el hábito del chupete entre los 2 y los 4 años.
Te contamos las mejores formas de que tu bebé deje la pipa, el pipo, el chupón (o como lo llaméis en casa) y cuándo es mejor hacerlo.
El porqué de abandonar el chupete
El uso del chupete puede conllevar ciertos riesgos. Vamos a ver los motivos por los que se desaconseja su uso:
El peque puede volverse dependiente: sobretodo si lo utiliza siempre para dormir, tu bebé puede despertarse y romper a llorar por el simple hecho que se le haya caído de la boca. A menos que te guste despertarte varias veces (cosa que dudo 😉), este puede ser un motivo de peso para que deje el hábito.
Su uso continuado puede aumentar el riesgo de infección en el oído: sobre todo a partir de los 6 meses, ya que en el período anterior, la tasa de infección es sensiblemente más baja.
El uso del chupete puede interferir en la lactancia materna: algunos estudios señalan el uso del chupete como responsable de una disminución en la lactancia materna.
Su uso reiterado puede provocar problemas en los dientes: ese sería el caso de los peques a los que les cueste más dejarlo y prolonguen su uso más de lo normal (más de 2 años). En este caso, pueden crearse malformaciones en la dentadura.
Consejos para que tu bebé deje el chupete
La AAP (siglas de Academia Americana de Pediatría), aconseja el uso del chupete durante el primer año del bebé (ya sea en siestas o por la noche). Una de las razones más importantes es que, según varios estudios, el chupete funciona como un “escudo” frente al SMSL (síndrome de muerte súbita infantil), ya que reduce el riesgo de padecerlo mientras están durmiendo.
Aun así, en niños amamantados con lactancia materna, se recomienda retrasar el uso del chupete para evitar interferencias.
La Asociación Española de Pediatría coincide con la americana, ya que considera que a partir del año de vida, se reducen drásticamente los riesgos de padecer el SMSL, y además apunta que no tiene ningún beneficio evidente prolongar el uso del chupete.
A partir de este momento, los riesgos o desventajas empiezan a ser mayores que los beneficios.
A continuación te mostramos consejos útiles para que tu peque deje el chupete, según la edad:
Lactantes: sobre todo a la hora de dormir, podemos realizar acciones alternativas al chupete como por ejemplo dar de mamar, mecer, cantar, masajear o abrazar al bebé.
0-2 años: no hay que olvidar que si el peque lleva chupete, es porque nosotros se lo dimos. Teniendo claro esto, es muy importante no ofrecérselo como primera solución a llantos o nervios. En estos casos es recomendable distraerlo con juguetes, juegos y actividades. Hasta los 2 años, si el bebé no está llorando, es importante dejar de ofrecérselo como distracción. La reacción puede que nos sorprenda y que el peque no lo pida. A la hora de dormir, acompañarlo contándole un cuento o cantándole (como en el periodo anterior), siempre resultará mejor que ofrecerle el chupete.
Más de 2 años: contarle una historia/cuento que hable de la necesidad de dejarlo puede ser una opción. Hablarlo de manera calmada y paciente, explicándole que ya no es un bebé, y que ya es mayor para usarlo.
Otra forma es intentar llegar a un “trato”: cambiarle el chupete por un juguete, por ejemplo. O hablarle de una misión que tiene que realizar, para alentarlo a que consiga un pequeño triunfo.
En cualquier caso, es muy recomendable visitar al pediatra en caso de dudas o problemas mayores.
En caso de utilizar el chupete en los primeros meses
Como ya hemos mencionado previamente, el uso del chupete en el primer año es una opción válida, y puedes decidir dárselo o no.
Sin embargo, hay que tener en cuenta ciertos aspectos para su uso idóneo, y no crear un mal hábito. Recuerda que puedes encontrar un pack de chupetes aquí, y bolsas para chupetes.
Principales ventajas y consejos de uso:
Como distracción en situaciones difíciles: por ejemplo cuando lleves al peque al médico y le tengan que pinchar por algún motivo.
Ayuda al peque a dormir: aunque no debe ser la primera opción, como hemos visto antes, como último recurso puede funcionar.
En general, les ayuda a calmarse: como es un reflejo innato, succionando algo se sienten más relajados.
Reducen el riesgo de SMSL: estudiado por varios investigadores, que explican que hay una relación entre el uso del chupete y un menor riesgo de padecer este síndrome.
Durante un vuelo, ayuda a aliviar molestias: el uso del chupete les ayuda a regular los cambios de presión del aire.
Y por último, recuerda que hay una gran aliada a la hora de dejar el chupete: la paciencia.
Es importante mantenerla para evitar situaciones “tensas”. Por ejemplo, sacarle de golpe el chupete es un impulso que debemos evitar.
En cualquier caso, plantéate el uso del chupete como un recurso temporal que tienes a tu disposición que te puede ayudar durante el primer año de tu bebé.😊
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